"La soledad hambrienta devora las figuras. Sube el silencio contra el cielo, enorme, como un grande alarido". José Ángel Valente
«la poesía debería comenzar con una emoción en el poeta, y acabar con esa misma emoción en el lector. El poema no es más que el instrumento de transferencia» Philip Larkin
Chicago: West Wacker Drive: cuatro de enero de dos mil ocho, dieciséis horas: cuando me crucé con este tipo, nos miramos fugazmente; tuve la sensación de que se disponía a hacer algo, así que me volví y le fotografié, caminé un poco más, me volví de nuevo y sí…
EL ATURDIMIENTO PROPIO DEL HECHO DE TENER COSAS QUE HACER I (desde hace casi tres meses). Llevo demasiado tiempo confuso y desbordado por movimientos espasmódicos que tienen que ver con el hecho de vivir en un tiempo y una realidad supuestamente “real”, donde se imponen acciones “objetivas” como: vender o comprar un coche, arreglar múltiples averías domésticas, preparar la casa para que vengan unos hombres llamados pintores para que la pinten de arriba abajo (cosa que han conseguido) y otros profesionales que he contratado para que hagan otras cosas, con el esfuerzo sobrehumano que eso está suponiendo para mí. Toda esta hiperactividad ha conllevado que no tenga nada que decir es este diario. Me siento embrutecido y vacío y, lo que es peor, cansado y sin ganas de nada…
MI FELICIDAD (una aproximación personal). En qué consiste el mecanismo, no tengo ni la más remota idea. En fin, si alguien me exigiera (tendría que ser con un arma en la mano que me apuntara a la cabeza) que la definiera, lo primero que haría es maldecir entre dientes al terrorista existencial, y si eso no diera resultado y me viera en peligro de muerte, sólo diría que debe ser algo así como: – conseguir alejarse lo más posible de uno mismo, riéndose, también de uno mismo -.