“…es un mundo solitario/de gente asustada”. Charles Bukowski
El otro día, uno cualquiera, ni siquiera recuerdo qué mes o semana era, tuve que soportar a uno de esos individuos con jeta de imbécil, aspecto de imbécil y ocurrencias de imbécil. En este caso, además, por pura y estúpida circunstancia, me vi obligado a compartir un pequeño espacio (un coche) durante unos minutos, y, por un absurdo condicionante «social» y estúpida cortesía (el coche era suyo), se me ocurrió hacer un comentario escueto (cinco palabras) y desenfadado sin la menor importancia. Entonces, el susodicho tarado, también sintió la necesidad de corregirme semánticamente con suficiencia; sin que hiciera ninguna falta, porque la conversación era intranscendente y de «buen rollo», y supongo que sólo fue para dejar claro su solvencia, presencia y sagacidad. Naturalmente, en esos casos nunca contesto, y a partir de ahí me siento legitimado para sumergirme encantado y molesto al mismo tiempo en un mutismo distante, que es la única actitud en la que siempre deseo estar en compañía de idiotas. Conclusión: los esfuerzos más sensatos y rentables son los que conducen al mutismo social más absoluto. Ah, y una norma de comportamiento que debería seguir a rajatabla: -nunca dirigir la palabra a imbéciles, y para eso no sirven excusas porque se les nota a distancia-.
Un día: treinta de Mayo. No teníamos planes en especial para esa mañana, así que decidimos darnos una vuelta por la ciudad. Las calles estaban abarrotadas de gentes con el propósito de ver el acontecimiento religioso, eternamente repetido; sí eso que ellos llaman Corpus Christi, y que al parecer consiste en una especie de truco o magia o sugestión ceremonial o enajenación colectiva por la cual, todo el mundo que asiste se cree que el cuerpo, divino e invisible, de cristo o dios, no lo sé muy bien (cuando comencé a ir al colegio me explicaron lo de la santísima trinidad y luego contaba muy ufano que ya me había enterado de que había tres dioses, se reían de mí y yo no lo comprendía, y sigo sin entenderlo porque sigo pensando que son tres, como mínimo), se pasea por las calles en una lujosa «capillita móvil«…