"Comienza la vida triste con el deseo de lo bello". Antonio Porchia
Luego, Siracusa (*), un ratito a la caída de la tarde. Sólo paseamos un poco por el puerto: nos paramos un momento e hice esta fotografía, con sombras, la inclusión fue intencionada, muy intencionada; además era el signo del día. Siempre me han gustado mucho las sombras en mis fotografías. Suele ser mi sombra o de alguien o algo que eche una mano en ese momento. Al incluirlas busco hacerme presente en «espíritu», -que las sombras fugaces e inaprensibles añadan misterio, subjetividad, en fin, propósitos artísticos a los que de vez en cuando soy vulnerable-. No, que va, todo eso sería letra gruesa, lo único que ocurre es que me encantan, y si es la mía, más todavía. Supongo que empezaron a gustarme cuando pensaba y manoseaba argumentos; ahora que se me han ido cayendo como el pelo, y ya sólo atiendo a impulsos que oscilan entre la pasión y la indiferencia, las sombras me siguen fascinando y no sé exactamente por qué.
(*) Lo poco que vi de Siracusa me atrajo, me pareció intuir que se trataba de una ciudad bellísima con un nombre también esplendoroso. Me hubiera gustado nacer o vivir en una ciudad con un nombre tan hermoso y en la que, al atardecer, con el mar a la espalda y la ciudad frente a mí, se produjeran unas sombras tan alargadas y melancólicas. Iría todas las tardes de sol a entristecerme un poco, como las sombras.
CASI TODOS LOS LIBROS (últimos)… Será cuestión de elegir entre los muchos libros que tengo pendientes, con la despreocupación que supone que si una elección no es la adecuada no pasa nada, se cierra el libro y se lanza a la estantería del olvido. Veamos, el que tiene más opciones para ser el siguiente será Mac y su contratiempo, de Vila Matas, que además de ser un autor que nunca me defrauda, al parecer, esta última novela, le ha salido estupendamente. En ella, habla de la ambigüedad de ciertas representaciones de la vida y del desdoblamiento existencial; sí, algo así como lo que dice en la cita introductoria: «Me acuerdo que casi siempre me vestía de vagabundo o de fantasma, Un año fui de esqueleto«. Joe Brainard. Claro, cómo dejar pasar una historia que, al parecer: «ensalza la normalidad a través de un protagonista excéntrico y peculiar»? Cómo me gustaría que fuera mi vida, que normal ya es, pero en la que falta la imprescindible excentricidad…
La exposición se tituló «Ciudades» (enunciativa-sugerente); como podría haberse llamado «paisajes urbanos» (más descriptivo todavía), o, si me pongo estupendo, «poéticas urbanas» (pseudo-poético), o conceptual, «cosmovisiones urbanas: el hombre y su entorno», y así hasta mil. Pero, realmente, ¿qué significa el hecho en sí?: absolutamente NADA. El origen estuvo en una propuesta de un fotógrafo artista (entonces desconocido para mí), que a su vez gestiona exposiciones para un local comercial dedicado a vender viajes (léase: agencia de viajes); él maneja esa vieja idea de que la «cultura» y el comercio ajeno a ella, pueden compartir el mismo espacio, y que además ese hecho puede ser original, comercial y cultural; todo al mismo tiempo y por el mismo precio. Pues qué bien. Lo lamentable es que entré en el juego: la peor versión de mi vanidad y autocomplacencia, me empujó a decir SÍ: respuesta aparentemente fácil, pero fatal, y a la larga la peor posible, por las innumerables molestias que me ha ocasionado a cambio de nada. A partir de ahora me tendré que llamar «el confiado Mister YES«.
El famoso Mann’s Chinese Theatre, en el extremo norte de la calle, ha cambiado poco desde su inauguración en 1927 con el estreno de Rey de Reyes, de Cecil B. de Mille, (este párrafo lo he copiado literalmente de una guía turística). No hay que desdeñar la información fidedigna (no olvidemos que estábamos siguiendo pistas y era conveniente recurrir a reseñas contrastadas). Rotulados en el cemento, nombres, huellas y fechas, de artistas y actores famosos de Hollywood. Hice algunas fotografías hasta que empecé a preguntarme por qué estaban esos nombres y no otros, me decepcioné un poco y aunque sólo soy levemente mitómano, tengo mis preferencias.
Carmen Sternwood: No es usted muy alto
Philip Marlowe: Hice todo lo que pude
C. S.: Qué es Vd, un boxeador?
P. M.: No, soy un sabueso
C. S.: Qué es un sabueso?
P. M.: Un detective privado
C. S.: Se está burlando de mí? …. Me gusta Vd.-