“…cuyo aspecto abate y suspende el ánimo a la vez, como todas las ilustres tumbas, que no por ser suntuosas y magníficas dejan de encerrar un cadáver”. Benito Pérez Galdós
La cámara de mi amigo, además de extraña para mí, iba provista de un « zoom » (objetivo sofisticado que permite una relación con la realidad variable y antojadiza y que yo nunca utilizo), por lo que enseguida empezaron las tensiones. Esas cosas las cámaras las notan y reaccionan (yo también). Mientras caminaba a buen paso (ya era algo tarde: últimamente se hace tarde enseguida), disparaba a impulsos sabidos y ella, aunque entiende de ellos porque es de mi amigo y ambos hemos vivido juntos en fotografía, como no me conocía estaba algo fría y distante. Luego comprobé que me la había jugado: desenfocó todas las fotografías de esa tarde.
…Mis amigos, Masao y Harumi, vinieron en viaje turístico a Europa: Italia, Francia, España. Estuvieron dos días en esta ciudad. Volvieron a Kioto a por sus cosas, cerraron su casa y se vinieron aquí para siempre: más de treinta años. Nunca supe con certeza por qué penetró en su corazón esta triste melancolía sin fin. Masao, nada más llegar, comenzó a reinterpretar cuadros de El Greco. Luego, otras muchas cosas. Paisajes fantásticos, líneas de horizonte remotas con perfiles de montañas mitológicas, y objetos o personajes flotando en cielos negros o de intenso azul, que te transportan a visiones e insondables fantasías. Fue un hiperrealista de los sueños. Genial paradoja. Sí, ellos vivieron en estas calles durante muchos años. Nos hicieron disfrutar a todos de su fabuloso e inimitable arte, su amabilidad, su lealtad, su calidez y ternura y también su furia. Desde que nos faltan estamos más solos las mañanas de invierno, frías y nebulosas…
A estas alturas ya
no hay ni Este ni Oeste.
Sin tener camino al que ir…
Masao Shimono
…En el tupido entramado del mundo del arte: artistas+políticos+medios de comunicación+teóricos+ críticos, hay demasiada impostura y sobreentendidos trufados de intereses de todo tipo. No sé. Supuesto: artista, ávido de curriculum (la ficción más aburrida del mundo), ideológicamente de izquierdas, o de derechas, es lo mismo, hace sus cosas; luego, corta y pega conceptos, «progresistas» o «conservadores», a sus cositas y las vende a políticos de «la misma cuerda» que las compran y así emplean el presupuesto asignado para festejos. Todos contentos. Los que pagan, o están en sus cosas o les da igual. A mí también. Esa secuencia puedo entenderla y no me molesta demasiado. Lo que sí me molesta son los que se autoproclaman artistas y no parecen dudar ni un solo instante que lo son. Yo no sé lo que es ser artista, pero sí sé que han existido, muchos y muy grandes. Los aficionados a la «artisticidad», por mucho que nos abrumen con repetidos actos de fe y afirmaciones impúdicas sobre su pretendida condición, es más que dudoso que lo sean. No, todavía no. Para saberlo hay que esperar mucho tiempo: nadie dispone de tanto en vida. El término y la cualidad de artista, otorgada a grandes creadores a lo largo de la historia, ha situado el término a una altura inaccesible e imposible para la gente común. A partir de esta premisa, me parece irrespetuoso y grosero que pueda apropiarse de ella cualquier aficionado a las manualidades…
…Como ayer me puse estupendo con el «concepto» perdí el hilo de lo que contaba de mis andanzas del once de marzo, sigo: …me encaminé a la tienda donde podría comprar la tinta de escribir nombres como pie de foto. Cuando me aproximaba, por la calle más céntrica, luego una trampa mortal, vi venir, a lo lejos, a un tipo con el que trabajé en la oficina durante más de treinta años y me dije: -a ver, pepe, con ese tipo has convivido a lo largo de los años, y sumados todos los momentos, seguro que has hablado con él durante horas y horas; me pregunté: ¿hubo una sola frase o idea que dijera a lo largo de muchos años que te llamara la atención y que ahora puedas recordar, o algún rasgo de carácter y personalidad que mereciera tu atención?- No, nada en absoluto, me contesté, e inmediatamente me ordené -ni un minuto más de tu vida perdido con ese tipo- y entonces, antes de llegar a su altura, giré abruptamente por una bocacalle. Probablemente él, si se hubiera percatado de mi peligrosa proximidad habría hecho lo mismo, y encima por la misma salida de emergencia, lo que habría sido lamentablemente cómico, ridículo. Así son las cosas provincianas, maldita sea…