Mi tercera cámara y la última. Treinta y seis años conmigo…
Sería bueno que fotografiase pronto -me digo- porque la tarde amenaza lluvia y lo mismo sólo consigo mojarme. De pronto lo veo: una escalera dentro y árboles fuera, tan fotográficos lo pobres (por estar secos, sin duda), si combino la piscina, la escalera, un árbol y mi falta de ideas, seguro que me sale algo vistoso.
…Hoy, una fotografía PROSAICA. Según la definición formal de prosaico: «Defecto de la obra en verso, o de cualquiera de sus partes, que consiste en la falta de armonía o entonación poéticas, o en la demasiada llaneza de la expresión, o en la insulsez y trivialidad del concepto. Cualidad de prosaico, vulgar, trivial». Fotográficamente mi máxima aspiración no es ser famoso, conocido o reconocido, sino que mis imágenes alcancen la mayor densidad poética. ¿Y en qué consiste, o cómo se logra? No lo sé, pero supongo que teniendo alma de poeta. No es casualidad que no haya escrito nunca poesía, luego sospecho que poeta no soy, ni siquiera malo, y escritor prosaico (en el sentido de lo que se entiende como prosa, es decir, líneas largas continuas y no entrecortadas en versos) casi tampoco. Fui durante una eternidad (más de treinta años), un oficinista; hasta que me echaron por inservible y me dio por escribir prosaicamente. Luego lo de ser poeta, aunque sea en un lenguaje diferente al de los renglones cortos (léase fotografía), lo tengo muy difícil. Por eso la mayoría de las fotos me salen prosaicas, o no suficientemente poéticas…
Sábado: nueve de Agosto. Salimos a las ocho y media en dirección a Arenas Blancas; antes, Mesilla, un pequeño pueblo donde se conserva la casa en la que fue juzgado y condenado a muerte Billy El Niño; pero tampoco tuvimos indicios de que su espíritu todavía deambulara por allí. A White Sands llegamos a las dos. Fotografiamos hasta las seis. Cuatro horas bajo un sol severo y una luz cegadora, pero con el ánimo sobreexcitado. Como siempre me ocurre en estas situaciones: las cuatro horas me parecieron cuatro minutos. Todavía tengo que comprobar si lo que hice fotográficamente me interesa. Después, a Ruidoso. Llegamos a las siete y media. Hotel y excelente cena en un restaurante típico americano, con dos músicos de country que hacían chistes constantemente. Luego, un bar-discoteca; el único donde se concentraban los jóvenes del lugar. Pista de baile y bastante gente. Charlamos y bailamos con pandillas de jóvenes que nos preguntaban de qué país de Europa éramos (luego de norteamericanos no tenemos pinta). Sábado noche sonado en Ruidoso, Nuevo México.
…Ya sé lo que haré, cavilé: con las fotografías que realice hoy (hasta que la niebla decida disolverse y me haga parar), construiré una serie a la que podría llamar –Los equívocos caminos- o –ensoñaciones de luz y niebla– o -Los paisajes existenciales-, o algo parecido. Mejor el último, pensé. Tomó la palabra mi «alter ego» (un racionalista de mierda), al que no conseguía perder de vista: -qué sabes tú de existencialismo?- -He leído a algunos autores existencialistas y por otra parte es un título poético, hombre, –le contesté–. El dichoso «alter ego» es un tipo distante, odioso, negativo y pusilánime. Si por él fuera, estaría paralizado por la neurastenia desde hace mucho tiempo. Menos mal que en mis decisiones, con frecuencia, aunque inconstantemente, siempre termina imponiéndose el hacer (existencial) sobre cualquier síntoma de prudencia racional, también llamada flacidez del espíritu…