"El anhelo de cruzar nuestros límites". Rafael Argullol
En mis días, algunas veces, hay filtraciones indeseadas: hoy llueve y en mi estudio hay goteras. Otros días de lluvia no; depende de dónde venga el viento. El frío es recurrente y siempre afecta a las mismas zonas: las menos protegidas. «Aunque los heridos, por razones elementales, no son atractivos y suelen ponerse en ridículo, lo cierto es que ella le compadecía sinceramente. Sin embargo, en una época tan confusa espiritualmente, un hombre capaz de sentir como él sentía, podía aspirar a cierta distinción». Saul Bellow. Gran cosa la distinción; lástima que si no va acompañada de atributos reales, sólo sea irrisoria.
El tercer día, la resurrección: pisar tierra firme. Yo no soy marinero, por lo que navegar no lo encuentro nada natural. Había que compartir la excursión con los compañeros de viaje (sólo algunos, porque había muchos). Fuimos al volcán Etna en autobús. Por el camino, una guía argentina italianizada (o al revés), nos contaba las cosas que se suelen contar a los turistas en estos casos. Era un buen momento para dormitar. Ya en la montaña del volcán, el paisaje resultó intenso, hermoso; un lugar donde a mi me hubiera gustado permanecer horas fotografiando (sólo estuvimos 45 minutos en fila india; menudo latazo, pero mejor que nada).
NOTICIAS DE LA DICHOSA NUEVA WEB XIX: pienso que alguna razón habré tenido para hacer las fotos que he hecho a lo largo del tiempo y no otras. Creo saberlo, pero sería muy largo contarlo aquí, en estos días me refiero, además de que ya llevo contándolo cada día desde hace varios años. Me pregunto si sé más de mí por este interminable ejercicio de estos meses y sobre todo el de tantos años. No sé qué contestarme. Quiero pensar que sí, sobre todo por contraste, porque observo que aquellos que no hacen nada transcendente (ir más allá de lo meramente vegetativo) tienen una capacidad infinita de autoengañarse, al menos hacia fuera. Por eso me aburren tanto las relaciones sociales, solo oigo mentiras y estúpidas vanaglorias que me provocan hastío y a veces hasta enfado. No sé, creo que todo este asunto fotográfico en mi vida, que ahora me parece hasta episódico, ha estado bien, ha sido muy bueno para mi vida. Mucho mejor que haya sucedido que no…
Qué alivio no ser artista y, sobre todo, no conocer a los artistas. He conocido a pocos artistas (claro, no ejerciendo, cómo voy a conocerlos). Es asombroso que todos se conozcan entre sí. Sólo hay que frecuentar libros, biografías, medios de comunicación para comprobar que todos se relacionan, se fotografían juntos, comen juntos, también meriendan y sobre todo cenan. Acuden a inauguraciones, presentaciones, conferencias de colegas y hasta crean asociaciones, academias y posiblemente hasta sindicatos. Supongo que mantienen conversaciones inteligentes y hay una gran empatía entre ellos -están en lo mismo-. Intercambian ideas, proyectos, ocurrencias y se observan de reojo con un puntito de envidia o desconfianza (eso sólo lo sospecho). También se apoyan mutuamente con la escenificación de sus contactos y amistades entrañables. Ponen en su escaparate promocional los ejercicios de amistad y lealtad a los que dedican sus más enfáticas expresiones. Un momento álgido de esos montajes (la vida es dura, qué le vamos hacer) es cuando uno de ellos cae, como las lealtades de clase se llevan hasta el borde mismo de la tumba (eso dicen, al menos), aparecen en el duelo y dedican ardientes panegíricos al caído (a ser posible delante de cámaras). De esa farándula se benefician todos los que participan en el asunto. Perfecto.
P.D. Como no me relaciono con esa privilegiada y creativa clase de personas, no tengo fotografías suyas, así que incluyo esta, que también es de gentes que se juntan, y aunque no creo que sean artistas, se encuentran en un escenario muy bonito.
…En el laboratorio, también llamado «cuarto oscuro» y en mi caso, además, «sala de bailar», paso seis o siete horas al día, por la mañana. Anoto escrupulosamente los datos del positivo: filtraje, tiempo de exposición de cada una de las zonas (reservas), tiempo en cada uno de los dos reveladores, copias realizadas, distancia desde el plano del negativo al marginador y cualquier otra eventualidad. Tonterías. No sé si lo hago para la historia (la mía), para que me facilite el trabajo en caso de una segunda copia en otro tiempo, o porque soy un paranoico sin solución. Por la tarde traslado esa innecesaria información a la monstruosa base de datos que alimento diariamente. Y claro, así no hay manera de sostener este diario. Da igual, ahora toca «cuarto oscuro», todo lo demás es secundario. Esta fotografía, junto con ocho más, las realicé en la mañana del tres de Marzo…