Los maniquíes, los coches, la carretera, los moteles…la ilusión de los escenarIos de leyenda…
Nos estábamos olvidando de la Ruta 66: debía ser porque no somos moteros y levemente mitómanos. En Seligman, volvimos a tropezarnos con la más pura estética «rutera» o «sesentera», combinada con un atrezzo de interés turístico. Estaba bien, muy bien. A mi me gusta encontrarme con imágenes sorprendentes que no termino de entender del todo: ¿por qué colocan maniquíes en el tejado? No lo sé, supongo que para llamar la atención. Qué más da; es una idea loca que a mi me gusta mucho, claro que sí, porque me divierte y disfruto fotografiándola. Seguramente ésta hará la fotografía número -un millón- (más o menos) y todas serán prácticamente iguales. Y qué pasa? -nada-, a la mierda la originalidad, entre otras cosas porque ya es un valor imposible en este lenguaje: cada día se hacen millones de fotografías «originales» y ¿a quién le importa?, a mi no, desde luego. El asunto no es ese, el de la originalidad, la clave, o al menos es así para mi, está en conseguir, después de realizar unos cientos de tomas, unas pocas que contengan algo que me interese verdaderamente y si de paso le interesa a alguien pues bien y si no también. Además, me sirven para escribir, para viajar y para vivir. Ya no hay distinción posible entre lo valioso, lo anecdótico y la mera mercadotecnia.