Amarillo II… "Lo que no es extraño es invisible". Paul Valéry
Amarillo, Texas, bordeado por falta de tiempo o de ganas. A la salida, en dirección oeste, los famosos Cadillacs semienterrados. Paramos, naturalmente. No perseguíamos enclaves célebres, mapa en mano, pero tampoco los eludíamos; si estaban a izquierda o derecha, según avanzábamos, y si además se divisaban, nos deteníamos y fotografiábamos. Cuando estamos en sitios parecidos, y además nos gustan, el paso del tiempo es un referente lejano. Los visitantes llegan y se van, vienen otros y también se van, y nosotros allí, moviéndonos en torno a nuestra presa. Transcurre el tiempo y allí seguimos, como si todavía faltara algo. En el enclave de los Cadillacs había magia, no sé exactamente por qué, pero la había, no lo dudo. Fotografié mucho (no sé lo que es mucho o poco), buscaba algo que no sabía lo que era, pero sí que estaba allí. En esos casos siempre confío que mis cámaras hagan su trabajo, no suelen defraudarme, pero tampoco debo dejarlas toda la responsabilidad a ellas. Finalmente nos vamos a regañadientes, ha pasado más de una hora u hora y media; el resto de los visitantes, nada, diez minutos: sólo son unos coches semienterrados, todos prácticamente iguales. Pero no sé, había algo allí, estoy seguro.