"La memoria inventa lo que evoca y la imaginación ilumina la densa cotidianidad". Jose Emilio Pacheco
…Todo es complicado para los heterosexuales. Somos muy vulnerables a lo socialmente bien o mal visto, a los miedos, a las rigideces impregnadas de culpa (de la que casi siempre son responsables los solemnes e ignorantes oráculos), en fin, todo un campo minado para los que sólo pretendan contactos sexuales, sin más, sólo por dar gusto a los sentidos, al deseo, a la fantasía, a la risa, al instinto y necesidad de placer ¿por qué no?, que traemos incorporado desde el principio de los tiempos. La única alternativa a la enaltecida fidelidad, sólo remite a la infidelidad y a las mentiras, tan groseras siempre. Parece que sólo están autorizados para disfrutar del sexo y ser necesaria y alegremente promiscuos los gays y lesbianas, porque como ya son «raros» y además menos, muchos menos, que hagan lo que quieran. Decididamente, los «normales» heterosexuales lo tenemos fatal. Hagamos lo que hagamos estará mal, y si no que se lo pregunten a esos poderosos y macilentos seres que habitan en penumbrosas y mohosas sacristías.
…Capítulo 8. Llegué a la estación de Atocha en treinta minutos. Iba pertrechado de todo tipo de aparejos y objetos (como no salgo nunca de mi casa, me proveo de todo lo que puedo necesitar en tan intrépida incursión por el mundo supuestamente real), a saber: mi ipod, que seguía inyectándome blues en las orejas, un chaquetón, gorra negra, gafas de sol para la calle y otras expresamente graduadas para ver exposiciones (de arte), guantes, un libro (el de Tranströmer), una libreta para notas (que sabía que no utilizaría, pero que me hace sentirme un poco artista), mi cámara pequeña montada con un gran angular y cargada con Ilford 3200 (también me ayuda a pensar que me «realizo» y que soy útil a mi causa). Si hubiera portado una cámara digital, las fotografías de estos días serían del viaje, en tiempo real, y eso quizá estaría bien porque me parecería más a un lógico y sensato foto-reportero que a un tipo con ansias artísticas, un poco trasnochado, me temo…
P.S: ah, claro, como no llevaba cámara instantánea las fotos que están apareciendo, nada tienen que ver con mi experiencia viajera del treinta de noviembre.
Como siempre, todos terminaban yéndose antes que yo, que me resistía a pesar del frío que estaba pasando. Tenía la sensación de que no conseguía hacer la fotografía del espíritu del sitio. Era a lo que había ido y no lograba sentir, al pulsar el disparador: –ésta era, por fin-. Ah, y a la basílica no pasé, en la entrada vi demasiada gente y cuando me acerqué también un arco de seguridad y me dio miedo traspasarlo, por si era un detector de pureza dogmática y finalmente me pillaban.
…Dejaré por un rato las disquisiciones «estupendas» sobre aspectos que no conozco bien y vuelvo al pueblo físico (que no sé si real), a Belmonte, a las calles soleadas que recorrí durante más de tres horas. No hablé con nadie; bueno sí, con un camarero al que pedí un café con leche, educadamente, en español, claro; mientras dos hombres mayores hablaban altisonantemente a mi lado en catalán y, después de limpiarse la boca, volvían a dejar las servilletas sobre las limpias. Inaudito, quizá sean costumbres bárbaras de ese ajeno país, me dije. Debí hacérselo notar pero, cobardemente, permanecí asqueado y en silencio. Nadie pareció interesarse por mi presencia en el pueblo, ni siquiera me miraban, a pesar de que traqueteaba ruidosamente por las calles con mi maleta de hacer fotos bonitas, que no conseguí hacer, por cierto…