Emma Louise II
CARTA A EMMA LOUISE (II)
Hola Emma. Felicidades por tu nuevo año, y ya son tres. En Junio y Julio hemos pasado unos días cerca, aquí al otro lado del océano. Me ha gustado mucho verte y comprobar que se cumplen todas las expectativas, y más, bastantes más, de las que pude intuir el año pasado. Este año (sólo nos vemos unos días al año), tu expresividad es ya una celebración de la belleza y la más pura vitalidad; cuando ríes tu cara se ilumina y, al menos a mí, esa palpable vibración que emites me ayuda a no perder de vista las cosas importantes. Por si fuera poco, está tu permanente alegría, tus juegos, siempre un poco gamberros, y tu sentido del ritmo cuando bailas o cantas. Aunque explosiva y tremendamente vital, en tu mirada hay un fondo de intuición y concentrada inteligencia. Todo va bien en tu diminuto cuerpecito y cabecita. No podemos hablar de nada entre nosotros (tu inglés y mi español no nos ayudan, precisamente) pero, en fin, iremos viendo año a año qué vamos consiguiendo. En mis cartas a tu hermana Lucía y a ti, siempre procuro dejar algo de mi manera de ver la vida, y lo hago, muy probablemente, para que dentro de cincuenta años, sepáis lo que pensaba vuestro abuelo (por mi parte, lamento mucho no saber lo que pensaban los míos), o quizá porque lo único que quedará de mí dentro de esos cincuenta años sea un pequeño recuerdo en vuestra memoria y en eso tendrán algo que ver estas cartas, porque si no, a lo peor, ni eso. En fin, esta carta no es sólo para recordarte que habré existido, sino para decirte que me gustas, que me encanta que hoy cumplas tres hermosos años, que eres una niña preciosa y que tú sí que habitarás en mi corazón todo el tiempo que me quede. Ah, y también para decirte que la memoria es algo muy importante en la vida de las personas y que se debe cuidar amorosamente. Feliz día y un gran beso para ti.
CARTA A EMMA LOUISE I.
Hola Emma, te escribo esta primera carta (que algún día leerás, supongo), con tres días de retraso. Tu segundo cumpleaños fue el veintiocho de agosto, pero ese día estaba enfrascado en otros mensajes. Quiero felicitarte, no sólo porque seas mi nieta, sino porque me gustas mucho. Tu presencia en mi vida hace que sienta una gran satisfacción. Como creo que ya dije en otra carta a tu hermana Lucía, a mí no me encantan los niños; supongo que debo ser un poco monstruoso por eso, pero así son las cosas. También aprenderás con el tiempo que la única forma de vivir la vida con algo de dignidad, es mantenerse fiel a las propias sensaciones e inclinaciones, y sostenerlas pese a quien pese; lo demás es política y «buenas maneras», con las que hay que tener mucho cuidado. En fin, espero que algún día, cuando vayas perdiendo de vista la feliz niñez, podamos hablar de estas cosas (si es que llego). Sí, porque cada día que pasa noto que se me va la cabeza más frecuentemente, como ahora por ejemplo, que por poco olvido antes de terminar esta carta lo que había empezado a decirte y que es importante para mí, y no es otra cosa que, cuando te veo o miro una de tus fotografías, comienzo a sonreír de satisfacción sin darme cuenta.
Acabo, no sin antes decirte que tu expresión, tu mirada, tu sonrisa, y ciertas determinaciones que muestras con la energía de los espíritus fuertes, me parecen de lo más prometedoras.
Un beso