"El misterio no está en la técnica fotográfica, está en lo que hay dentro de cada uno de nosotros”. Harry Callahan
DE DECÁLOGOS (o más bien dodecálogos): En este caso de un escritor. Muchos y famosos los han elaborado: Horacio Quiroga, Friedrich Nietzsche, Kurt Vonnegut, Juan Carlos Onetti, Ernest Hemingway, Jorge Luis Borges, pero a mí, el que más me gusta, es el de Augusto Monterroso. Por eso, voy a elaborar el mío siguiendo la estela de Monterroso, pero no de escritor, que no lo soy, sino de fotógrafo (que tampoco), pero cuando pienso en lo «mío» siempre lo hago en clave fotográfica, aunque solo sea porque transportar el equipo es más esforzado y exigente, o sea, que me gano el «ser» con trabajo sudoroso y extenuante. Consolador, al menos. Aunque, verdaderamente, lo que me es más propio, lo que más me llena, es ser lector. Incomparablemente más descansado. Eso sí, este decálogo que al final me ha salido un poco más largo de sus limites naturales, no lo es en la medida que no aspira a establecer principios sobre la fotografía, sino que se trata de una mezcla de criterios ontológicos con opciones personales. Sigo.
Augusto Monterroso, decálogo del escritor:
Primero: «Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre».
pepe fuentes, decálogo fotográfico (solo de uso personal):
Primero: No hay por qué fotografiar siempre, tampoco cargar con la cámara a todas horas. No hay tanto por hacer en fotografía. El momento decisivo es solo un tic nervioso para fotógrafos encantados de haberse conocido.
pepe y las citas LXX. FOTOGRAFÍA:
«De ordinario el amateur es definido como una inmaduración del artista: como alguien que no puede -o no quiere elevarse hasta la maestría de una profesión. Pero en el campo de la práctica fotográfica es el amateur, por el contrario, quien asume el carácter de profesional: pues es él quien se encuentra más cerca del noema de la Fotografía». Roland Barthes
«Es la foto de verdad (analógica), la que refleja la realidad. La que no se puede retocar. Tal vez pueda resultar un poco anacrónico, pero es la forma de ser fiel a los lugares». Wim Wenders
«La atmósfera de las fotos siempre es interior, es lo que he aprendido con este oficio». Alberto García Alix
«A veces pienso que mis fotografías no son más que autorretratos.» Richard Avedon
«Nunca he hecho una foto que hable de mí mismo». Robert Frank
Augusto Monterroso, decálogo del escritor:
Duodécimo: «Otra vez el lector. Cuanto mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado».
pepe fuentes, decálogo fotográfico (solo de uso personal):
Duodécimo: La fotografía ya es popular. Mucho. Luego hay que olvidarse de ella y dedicarse a uno mismo, es decir, a fotografiar lo que atraviesa feliz o dolorosamente cualquier parte del propio cuerpo.
…Una curiosidad sobre ¿QUÉ ESTÁS MIRANDO? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos, de Will Gompertz y la fotografía: a pesar de que el libro abarca el periodo que lleva la fotografía presente en el mundo, más o menos, y de que ha habido muchos e interesantes fotógrafos que han realizado obra de «autor» digna de mención, Gompertz, sólo cita de forma singular a Cindy Sherman, como insigne representante de la posmodernidad: «Ella es la estrella en todas las imágenes, pero, por otra parte, desaparece: se trata de la clase de contradicción existencial que los posmodernos adoran«; y a Man Ray, pero no tanto como artista-fotógrafo, sino como integrante activo de las vanguardias de principios de siglo; e, indirectamente, por su condición de galerista de arte contemporáneo, a Alfred Stieglitz. Quizá, el único propósito del libro era hablar de Arte pero, sobre todo arte de altísima cotización dineraria. Obviamente, la fotografía no está en ese segmento y tampoco ha marcado tendencias universales, salvo para sí misma…
UN ESLOGAN DICE: –El futuro ya está aquí– Miente, el futuro ya es pasado. Ahora todo avanza tan vertiginosamente que el futuro es el presente, y éste, obviamente, ya es pasado, por su propia naturaleza. Los hechos del mundo se aceleran exponencialmente, dominados por una tecnología exacerbada, que no permite asimilar nada antes de su obsolescencia. Antes de poder entender lo que hacemos con los dichosos dispositivos y aplicaciones y por qué, ya han desaparecido de nuestra vida. No son solo mecanismos de los que nos sirvamos asépticamente, sino que nos condicionan la vida diariamente, colocándonos al borde de la impotencia y la frustración a todas horas. Un puñetero hostigamiento constante. Decir basta supone bajarte del tren de los tiempos y quedarte varado en una estación abandonada por la que ya no pasará ningún otro tren nunca más. Aunque fuera una reacción natural, un comprensible ataque de pánico, una muerte voluntaria y hasta deseable, no parece en absoluto conveniente. Por ahora y en mi caso.