El explorador del vacío…
EL EXPLORADOR DE LA NADA, en cuatro momentos I: Entramos en la misteriosa e inexplicable sala de la cueva. Colocamos la cámara frente a una escalera que ascendía hacía un ventanuco que supusimos no prometía nada…y entonces llegó él, El Explorador, que se dirigió sigilosa y resueltamente a la escalera y comenzó a ascender lentamente…
«Creo en los signos secretos, en las llamadas que vienen de muy lejos, en las coincidencias fatales, porque nos relacionan con cosas invisibles a las que debemos hacer caso». Balthus.
EL EXPLORADOR DE LA NADA, en cuatro momentos II: Abrió la hoja ciega del ventanuco y miró. No sabemos lo que vio. Disparábamos nuestra cámara a medida que él actuaba. Sin más. Nadie decía nada. Cada uno de nosotros estábamos en la gran sala de la cueva, enigmática y abandonada, haciendo lo que debíamos esa mañana.
«En realidad preferiría ir a encontrar las fuentes del Nilo sin encontrarlas, o la Isla del Tesoro sin hallar el tesoro. Puede que sólo seamos fugitivos de nosotros mismos para eludir el infierno que está en nuestro interior». Gonzalo Suárez
EL EXPLORADOR DE LA NADA, en cuatro momentos III:
Sin contar
queda la historia
de las caras
vueltas hacia otro lado.
W. G. Sebald
Después de permanecer unos instantes mirando por el ventanuco, el aparecido y silencioso individuo, miró hacia un lado y permaneció callado. Su gesto pareció indicar que detrás de la hoja ciega no había nada, como todos sabíamos…
EL EXPLORADOR DE LA NADA, en cuatro momentos IV: Cerró sin permitir que viéramos lo que había más allá y descendió lentamente por la escalera. Sabíamos que cuando llegará al suelo, daría media vuelta y abandonaría la habitación sin ni siquiera dirigirnos una mirada. Para él no existíamos porque creía que nunca conseguiríamos entenderle.
«…hace falta mucha atención para ver lo que está sucediendo delante de ti. Se requiere un trabajo un esfuerzo piadoso, para ver aquello que uno está mirando». Don DeLillo