Si colocas un elemento en un escenario ajeno o extraño a su naturaleza, o te acercas al arte o a la ocurrencia... la decisión es de cada uno...
-Incipit: El tiempo de la ilusión-. Recoge una selección de las primeras fotografías que hice a lo largo de algo más de dos años (1977-1979). Las mostré en dos exposiciones consecutivas en sendas galerías: Redor-Canon, Madrid y Tolmo, Toledo (un prodigio de gestión que nunca conseguí igualar). Fotográficamente, debí evitarme todo lo que he hecho después. Nunca he conseguido nada mejor en frescura, intensidad y pasión y, lo que es peor, gozar de una gran –ilusión- por lo que supuse que sería capaz de hacer (y que no hice)..,
Empecé a trabajar intuitivamente, dejándome llevar por la primera idea que se me ocurría. No quería decir absolutamente nada con las imágenes. Qué hablaran ellas, sólo ellas, y si no decían nada, mejor para todos. La fotografía empezaba a ser algo tremendamente excitante para mí. De pronto, ingenuamente, pensé que podía ser "artista". “Qué quisiste decir con esta novela? la respuesta sincera es -No quise decir nada”. Antonio Lobo Antunes
Era 1979 y ahora recuerdo lo fácil que me resultó gestionar mi primera exposición: llevaba muy poco tiempo fotografiando pero con gran entusiasmo. Preparé una serie de fotografías en 18 x 24 cm., viradas al monosulfuro y posteriormente al cloruro de oro. Adquirieron un espléndido tono áureo que a los galeristas que visité les parecieron bien...
En aquella época fotografiaba compulsivamente; al principio trabajaba duramente ideas y me salían imágenes como estas. Intuí que, probablemente terminaría enredándome en un laberinto de ocurrencias. Decidí cambiar, en aquellos momentos todo el territorio era virgen para mí y yo me sentía un explorador.