El cuerpo no se cura ni se salva. Sólo espera. En la ciudad hay un edificio de ladrillo rojo. Es el edificio de nacer y morir. No es ni alto ni bajo, ni bonito ni feo, ni nuevo ni viejo; sólo es un edificio de ladrillo rojo. Lo construyeron hombres sin conciencia, con incomprensibles y largos pasillos en penumbra. No sabían que la enfermedad necesita toda la luz del mundo.
5 NOVIEMBRE 2004

© 2004 pepe fuentes