LOS HOMBRES QUE MIRABAN TOCAR Y CANTAR RUMBAS. El hombre se acercó tímidamente y se asomó al espectáculo. Situado en un lugar discreto observaba y de vez en cuando sonreía. No daba la impresión de que le hubiera acompañado el éxito en ningún momento de su vida y su actitud indicaba que soportaba un peso que traía de lejos; atávico e insoslayable. Parecía evitar su presencia a los demás y que un viento de soledad le susurraba algo conocido al oído.
30 JUNIO 2005
© 2003 pepe fuentes