El amor es menos amplio que el deseo.
El amor es sólo un territorio de los inmensos campos del deseo, es sólo una parcela de los golden fields, al igual que ocurre con la idolatría y todas las demás pasiones que irán jalonando nuestro recorrido.
El amor es en sí mismo un «casamiento»: La acción de dos seres que se «casan», en cambio «el deseo no se casa con nadie», como decía Lacan y como viene diciendo Satán desde el origen del tiempo.
Puede que el deseo sea lo más irreductible del ser, lo más incansable del ser, y sólo en sujetos de muy buen conformar el deseo puede coincidir con su realidad, pues es característica del deseo no casar de verdad con nada o casi nada que pertenezca a la realidad. Jesús Ferrero.