Había una particularidad en mi trabajo: la uniformidad en la forma de vestir de todos los componentes de la plantilla; trajes, camisas destinadas a ser portadoras de corbatas y corbatas. A mí me costaba entender aquello y en mi simplismo consideraba que era el símbolo de una vida alienada, plana, sin ideales y culturalmente muerta. Como era joven y algo ingenuo me ocupé un rato de fotografiar sarcásticamente aquellos atuendos. Con ese ejercicio me creía a salvo de la vulgaridad, me sentía diferente, un «creador», y por lo tanto estaba en otro nivel. ¡Pobre!.
20 ENERO 2006
© 1979 pepe fuentes