Hoy acaba la exposición en la que he participado (esta es una de las fotografías de la muestra). El hecho de exponer es un gesto esencialmente comercial: colocas en el escaparate tu producto para que sea comprado. El mercado del arte es complicado (supongo que como todos), pero con el factor añadido de que, lo que vendemos, es superfluo para la mayoría de la gente. Creo que sólo un colectivo muy selecto tiene la sensibilidad suficiente para apreciar y dedicar parte de sus recursos a colgar en sus paredes una obra que le haya gustado y disfrutar de ella. Son personas con las que a mí me gustaría dialogar porque, muy probablemente, tendríamos algo que compartir, pero no sé dónde están. Una de las funciones de las galerías es poner en contacto al artífice y al potencial destinatario de sus creaciones. Uno de los problemas con el que nos encontramos los que ocupamos nuestro tiempo en hacer, es que luego nos falta para situarlo en manos de personas que, sin duda, pueden estar interesadas en que compartamos algo: el artista la realiza y el comprador la posee; ese en un hilo de conexión muy personal que ninguno de los dos olvidará.
1 FEBRERO 2006
© 2002 pepe fuentes