Varios hombres cargan con gigantones (los llevan al hombro) y los depositan en fila en la plaza ( preparativos del desfile de la broma y el jolgorio). Por su desenvoltura y aparente profesionalidad deben ser siempre los mismos, por lo que van envejeciendo al mismo ritmo que los gigantones. Algunos empiezan a tener achaques y cuentan, con voz rota, sus experiencias de graves enfermedades superadas. Los tatuajes de sus brazos ya empiezan a decolorarse.
13 FEBRERO 2006
© 2005 pepe fuentes