MI GENTE IMPORTANTE DE PRINCIPIOS DE LOS AÑOS OCHENTA.
Introducción. Haber llegado a mi edad actual me resulta sumamente interesante (si obvio que al levantarme por las mañanas siento una ligera atrofia en las articulaciones que tardo un rato, corto, en eliminar) y es porque me permite ir reinterpretando hechos y recuerdos, afectos y olvidos, que, sin las sucesivas revisiones, serían vivencias incompletas (como abandonar la sala antes de finalizar la película). Lo importante es vivir para recordar, contar y así poder urdir otras historias. Voy a hablar de unas pocas personas; nunca ha habido mucha gente a mi alrededor (no sé sí porque he interesado a pocos o porque han sido pocos los que me han interesado a mí), pero todos ellos fueron importantes (algunos todavía lo son). No incluyo a mi madre, sólo a personas vivas ahora. No me preocupa que haya errores de apreciación después de tantos años, debido a la oxidación u otras experiencias que hayan modificado el campo de visión (de hecho ahora necesito gafas). Las relaciones interpersonales están muy mediatizadas por el tiempo cronológico que estemos viviendo; en aquel momento eran muy importantes, ahora, sin embargo, están impregnadas de relatividad. Las relaciones antiguas hace tiempo que están aquejadas de fatiga y las nuevas tienen poca importancia, ya no es momento de comenzar nada y si ocurre nunca alcanzarán la textura y densidad que tuvieron aquellas, cuando todavía éramos exploradores. Es la ley inexorable del tiempo, del tiempo sobre la piel, las emociones, los deseos y las articulaciones al amanecer.
GRUPO FAMILIAR DE MERIENDA EN EL CAMPO: una tarde de Octubre, con una familia amiga que duró poco (como amiga), sólo 2 ó 3 años. Pudo ser porque llegó tarde, mis últimos amigos llegaron a mi vida antes o durante el 80 y estos son del 81. De arriba a abajo y de izquierda a derecha Carmen, mi mujer (de entonces); Tete (Donatella), italiana, ex bailarina y ama de casa; Manuel, escultor, actor y director de grupos de teatro amateur (creía en la importancia de la militancia cultural); Rosana, hija mayor de la familia amiga; Rostand, segundo hijo, chico fuerte y de carácter; Gabriel, mi hijo (único); Robín, el cuarto, vital y directo; Romeo, tercer hijo, algo tímido y sensible y un cocker, que no recuerdo como se llamaba. Yo me ocupaba de la cámara, luego no estoy en la imagen. A ellos hace más de quince años que no les veo. Ya serán otros y desconocidos, naturalmente.