Luego llegaron más veraneantes (o bañistas). Parecían contentos disfrutando del chapoteo, ajenos a los oscuros abismos que yo imaginaba se abrían justo debajo de ellos. Tampoco parecían darse cuenta de que a su alrededor nadaba una multitud de silenciosas y venenosas medusas. Se mostraban insensibles a todo lo que yo estaba percibiendo, menos mal que tenía mi cámara para demostrarlo. O acaso, mirando esta fotografía, no se ve claramente que la superficie fría del agua parece encubrir a criaturas innombrables? Quizá es que mi cámara y yo éramos medrosos y asustadizos y los bañistas (o veraneantes) gente arrojada, despreocupada y feliz. Nos separaban una centena de metros, pero creo que nuestros mundos se encontraban muy alejados, en frecuencias diferentes.
28 AGOSTO 2006
© 1986 pepe fuentes