En esta fotografía hay más de una historia (creo). La que sucede en primer plano transmite una vitalidad tranquila y risueña. No supe el vínculo social, familiar o emocional de las tres personas que sonríen pero hay algo en ellas que me gusta. El hombre parece haber dicho algo ocurrente o amable y hace reír a las dos mujeres. Me gusta mucho ver reír a las mujeres y si su risa la comparten conmigo, mucho más, y si además se ríen de algo que yo haya podido decir la satisfacción es inmensa y completa. Creo que el mayor placer para los hombres que gustan de las mujeres es compartir risas con ellas (al menos es así para mí). En segundo plano, un hombre que creo se ha percatado de que estoy fotografiándoles y me mira, pero no parece irritado con la situación. Obviamente, tampoco supe nada de él. Su cuerpo y su actitud me inquietan; no puedo dejar de mirarle. Hay algo extraño en él que enseguida asocio a un personaje secundario de película de serie B de los años 40 ó 50, ese personaje malvado y oscuro que siempre termina traicionando a alguien (tipo Peter Lorre), y no a un tranquilo hombre de vida perfectamente corriente que ha salido a dar una vuelta y a mirar lo que ocurre en la calle.
28 SEPTIEMBRE 2006
© 2006 pepe fuentes