La mujer justa, de Márai, novela de interpretación poliédrica, como todas las buenas historias. Lo que más me interesó fue la idea de la diversidad de imágenes que podemos proyectar y las interpretaciones de los demás, todas ellas distintas a la nuestra propia. Cada uno de los tres personajes ofrece en sus monólogos tres versiones diferentes de un mismo escenario y de los mismos protagonistas.
En una entrevista reciente a Paul Auster, éste afirmaba «Tenemos un cuerpo y eso lo sabemos. Podemos amar y odiar, ser adorables o crueles. Pero cuando actuamos de una forma, muchas veces no nos reconocemos. Y nos sorprendemos diciendo -parezco otra persona-» No creo que lleguemos a ser nunca y completamente como creemos ser y tampoco como los demás nos ven, casi siempre diferente dependiendo de quien observe. Todo gira, todo se mueve y cuando alguien se para unos instantes frente a nosotros tiene unos perfiles que, probablemente, cambiarán en la siguiente vuelta y así siempre, hasta el final.