Sin embargo, cuando copio una fotografía en el laboratorio, primero evalúo el negativo, me esfuerzo en detectar impurezas o daños que luego me compliquen el proceso de acabado de la copia. Después elijo gradación de papel, reveladores (suelo trabajar con dos), tiempo para cada uno de ellos; hago pruebas para determinar tiempo de exposición y de reservas. Después llega el momento de colocar el papel en el marginador y exponer y revelar. Enciendo la luz lleno de ansiedad buscando la fidelidad de los tonos que persigo. Error: nuevo intento y así hasta que la copia se parezca a lo deseado (pocas veces se consigue del todo). Luego vendrá el lavado, virado, secado, aplanado, retoque (en caso necesario). Es una copia vivida, disfrutada y en algunos casos sufrida. Nunca olvidada. Los escaneos los olvido todos, porque siempre me pillan haciendo otra cosa.
15 AGOSTO 2007
© 2002 pepe fuentes