En Downtown tampoco encontramos pistas sobre la existencia de Hollywood, sin embargo, me encantaron los altos edificios; como siempre. En las grandes ciudades de Estados Unidos me quedo embobado mirando las impresionantes construcciones de acero y cristal. Herméticas y misteriosas, lejanas e inalcanzables, pertenecen a un estadio de realidad del que yo no formo parte. No acierto a imaginarme las complejas actividades e inescrutables negocios que deben hacerse en su interior. Me son tan ajenas como si se trataran de construcciones de otro sistema planetario; quizá por eso me fascinan.
General Sternwood: cómo le gusta el coñac, señor?
Philip Marlowe: en un vaso
G. S.: A mi me gustaba con champaña, muy helado…le gustan las orquídeas?
P. M.: No especialmente
G. S.: Son repugnantes, sus pétalos se parecen demasiado a la carne humana y su perfume tiene la fétida dulzura de la corrupción…
13 NOVIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes