Dieciséis de Octubre: martes. Salamanca. También hoy estoy cerca de tu desesperación y me desespero contigo. Por qué….? Qué va a pasar con él, con tu hijo; se salvará o no? No lo sabemos, pero tú, en tu fuero interno, sientes que sí, que no puede ser de otra forma, que aún su vida no se ha acabado; aunque las noticias sean desoladoras. Miro atentamente tu cara, y tus ojos, y tu cuerpo, y la tristeza de tu mirada, y tus estados de ánimo que se mueven vertiginosamente, desde la euforia repentina, cuando piensas que saldrá del pozo en el que está, a momentos de abstracción, abatimiento y tristeza abismal. Tú siempre has sido así: visceral, eufórico, apasionado y triste; sí, también triste y algo confuso. Nos parecemos bastante y quizá por eso nos hemos sentido siempre cerca: a mi también la vida me tiene en estado de confusión permanente. Te miro, llevo todo el día mirándote y pienso: -José Luís, no te preocupes, tú eres un hombre bueno y a ti no se te puede morir un hijo, tú no te lo mereces; saldrá adelante por ti y por Maricruz, porque sois grandes personas y a vosotros no os puede pasar esa desgracia-.
30 NOVIEMBRE 2007
© 1981 pepe fuentes