El barco empezaba a resultar muy gracioso. Los últimos supervivientes nocturnos de la discoteca se mostraron como gente muy divertida. Éste, por ejemplo, lo era; se tapa la cara porque le recordaron algún momento de la noche anterior. Era mediodía en el mediterráneo, el barco navegaba a buen ritmo (supongo, porque no soy marinero), la luz abrumaba y no había gran cosa que hacer (estábamos rodeados de agua por todas partes, sin escapatoria), salvo encerrarnos en el camarote y esperar a que todo acabara de una vez.
18 DICIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes