(nueve horas). En la nueva web (hablaré de ella los próximos días, porque últimamente no hago otra cosa que emplear todo mi tiempo en prepararla) desaparecerá, entre otros, el apartado de blog (o impresiones; que ya ni siquiera recuerdo cómo se llama), porque llevo dos años sin añadir nada. Antes de tirarlo a la papelera he estado hojeando algunas de las cosas que escribí. Como no se me ocurre nada, pienso que quizá estaría bien rescatar algunos fragmentos del limbo donde irá a parar; aunque desde el veinte de abril de 2007 ya no exista (el limbo): «tras años de estudio, la iglesia católica (con Ratzinger a la cabeza) ha decidido abolir el limbo». Una verdadera pena porque era un espacio vacío (como mi espíritu) con tremendas posibilidades poéticas y creativas (mi cabeza no tiene tantas ni mucho menos). Seguiré mañana con el blog, que irá al inexistente limbo ¡Qué lástima, con el nombre tan bonito que tenía! (el limbo).
Ya estamos en Chicago: hemos venido a conocer a Lucía Mae.