llegué a las 16 horas. Empecé a mirar y ver «lo de siempre». En realidad no miraba las obras (o mercancías) con interés, si no que buscaba ávidamente formas, espacios, composiciones, juegos de visor, porque eso me divierte mucho. A las 17 horas, la cámara, sorpresivamente, se negó radicalmente a continuar con el jueguecito que me traía entre manos y dejó de colaborar: rompió un rollo dentro, no sé si fue idea de la cámara o del rollo, pero me fastidió la fiesta un buen rato; además de malograr treinta y seis fotografías ya hechas. Me puse nervioso, claro.
18 MARZO 2008

© 2008 pepe fuentes