La humedad, la densidad del aire, el misterio levemente gris que irradiaba la ciudad esa tarde era gozoso. Cuando caminas por lugares en los que los estímulos estéticos te llegan por todos lados, mires donde mires, la excitación que provoca la belleza que te rodea es suficiente para que las imágenes se generen solas, sin más intervención que pulsar el disparador. No es necesario esforzarse. No hace mucho, dije en este diario que a veces el único mérito fotográfico consiste en transportar las cámaras al lugar adecuado. Nada más.
6 NOVIEMBRE 2008
© 2008 pepe fuentes