Esta fotografía me interesa, creo que es afortunada, pero fue consecuencia de una cadena de hechos casuales en la que yo no intervine; sólo estuve allí en ese momento. Nada más verles aparecer supe que venían a ofrecerme una imagen de las mías, de las que me pertenecen. Encuadré y disparé rápido; el caballo trotaba con ligereza, pero yo no podía fallar. Los hados habían decidido que nos encontráramos en la ciudad en ese momento. Observo las caras y la expresión de los novios y me parece que son perfectos; no podrían ser otros para mi fotografía. El dios del azar fotográfico, o al menos el que cuida de mí, estuvo generoso esa tarde; organizó la ciudad, la luz, la atmósfera, para que yo fuera feliz fotografiando.
7 NOVIEMBRE 2008
© 2008 pepe fuentes