Contestación de Gabriel a mi carta de ayer: «Y por favor, deja de hacer inventario, no es tiempo todavia. Yo te aviso cuando puedes empezar…».
Naty, hace unas noches, en la última conversación diaria antes de irnos a dormir, me animaba diciéndome que no, que no era cierto lo de mis derrotas, que era una distorsión más con la que me adornaba; que había ganado una de las batallas más difíciles de librar: la de la coherencia. Sonreí incrédulo; pero me sentí consolado. Aunque, lo que más me importaba era sentir su presencia en mi vida, porque yo, de coherencia, no entiendo absolutamente nada.