Llegué en torno a la una del mediodía, paré el coche en doble fila, frente a la puerta de «la tienda», y entré rápidamente a por lo mío. Saludé a una chica que tenía su mesa de trabajo situada justo enfrente de una de mis fotografías (ésta). Cuando colgamos la exposición y la coloqué frente a ella, me volví y vi, que me miraba a mí y a la fotografía alternativamente; entendí el mensaje y me apresuré a pedirle disculpas. Me sentí culpable porque tuviera que ver frente a ella la misma imagen durante bastantes días. -No te preocupes -me contestó- he tenido experiencias peores; sin ir más lejos, en la anterior exposición, tuve enfrente a un anciano, excombatiente soviético, absolutamente deprimente- Sí claro, lo del «realismo fotográfico» es mucho peor, pero aún así lo siento de veras, la contesté.
30 DICIEMBRE 2008
© 2002 pepe fuentes