3 MARZO 2009

…Esta carta más bien parece una crónica, pero el diario provoca en mí el deseo de revivir o reescribir la historia, y ésta probablemente será imperfecta, porque la memoria es caprichosa y tornadiza. No obstante me atreveré a seguir recordando o reinventando los -tempos- de nuestra amistad. A principios de dos mil cinco, por la fatal circunstancia de la muerte de nuestro querido amigo y pintor genial Masao Shimono, colaboramos en la organización de la exposición antológica y edición del catálogo sobre su obra. Después, otra vez el silencio. A estas alturas, no es fácil dedicarnos atención y tiempo, acuciados por urgencias de todo tipo. ¡Sólo queda espacio para lo esencial: respirar y poco más! Vuelvo a la sesión fotográfica: eras el primero en posar para mi colección de retratos que, como dije en este diario, quería empezar con mis amigos. No tenía muy claro cómo fotografiarte, me notaba algo encogido e inseguro. Puede que ambos sintiéramos algo de miedo ante la experiencia, pero ninguno lo dijimos. Pensé que lo mejor sería que te mostraras como quisieras y yo, mientras, fotografiaría. Se te ocurrió hablar de cosas diversas, como si no quisieras que ocurriera nada que nos hiciera daño. Yo también me movía de puntillas con la cámara, procurando no hacer ruido…