4 MARZO 2009

…Notábamos el peso de la situación; charlábamos y pasábamos de un tema a otro sin demasiado orden. La atmósfera era como si sonara de fondo Tom Waits susurrando una de sus canciones. Hablamos de mujeres, tú de las tuyas (las últimas que han pasado por tu vida) y yo de mi pasión por ellas. Apenas si conseguíamos un punto de encuentro en nuestra manera de relacionarnos con ellas. A pesar de tus reticencias, creo que necesitas a las mujeres, pero siempre te escondes detrás de débiles argumentos misóginos. Quizá no quieras reconocer hasta qué punto las necesitas. Yo, por el contrario, desde mi más tierna infancia me entregué a ellas sin reservas, por lo que siempre adopto el papel de entusiasta sin fisuras. Es curioso, nunca habíamos hablado de mujeres; hemos necesitado treinta años para hacerlo. La sesión, fotográficamente, estaba resultando desastrosa. Había demasiada presión emocional que yo no conseguía interpretar; al fin y al cabo, aunque ya no nos veamos, creo que nos hemos apreciado a lo largo de mucho tiempo y todavía eres para mí un querido amigo. Digo esto último porque es importante, no en vano las amistades, como las pasiones, también se mueren…