27 JUNIO 2009

Martes, diecinueve de mayo. Posiblemente todo sea ilusorio. Ayer recibí libros y eso es una fiesta para mi. De ese pedido, nada más abrirlo, cogí After Dark, de Haruki Murakami, comencé a leer y no pude dejarlo hasta que Murakami decidió dejar de contar; aunque podría haber seguido, porque tenía la sensación de que la historia podría continuar durante días y días, o años tal vez. Toda la historia se desarrolla en una noche, con lo que el tiempo de lectura viene a corresponderse, aproximadamente, con el tiempo en el que transcurre lo narrado. Pienso: si cada día pudiera meterme en una historia distinta, a lo largo de un año viviría trescientas sesenta y cinco historias diferentes y así año tras año, hasta el final del tiempo. Puede que eso fuera magnífico: aunque dejaría de existir en la mía propia…no sé. Sería una solución relativamente fácil para combatir la previsibilidad de mis días, los que vivo a cuerpo limpio; pero es imposible e indeseable porque cuando penetras en otras ficciones (aunque nunca se sepa donde empieza o acaba la vida del narrador), lo que provoca es el deseo de vivir la propia, para contarla, naturalmente. Me pregunto si llega a existir lo que no se cuenta; o bien si lo que se cuenta ha existido realmente o sólo es en una ilusión condicionada por lo contado. Yo, por si acaso, me procuro pruebas fotográficas para sustentar lo aparentemente real, por si después, con el tiempo de por medio, pudiera dudar de que todo haya existido, incluido yo mismo.