Sigo con lo mío. Me impresionaron las inacabables explanadas, a distintos niveles, pavimentadas con losas de frío granito. Por un lado, al este, el horizonte montañoso de la sierra madrileña; al oeste, lo que llaman la basílica, que se adentra en el monte de piedras que resbala hasta las explanadas y trepa hacia la alta cruz en cuya base hay cuatro esculturas gigantescas (no se podía subir, lo que me contrarió mucho). Al norte y sur más sierras. Comencé a explorar lentamente con mirada fotográfica (diferente de las otras). Las dimensiones agigantadas de todo lo que me rodeaba, tanto de las explanadas como de las arcadas que se extendían en planos curvos y ángulos rectos, a un lado y a otro de la gran puerta central, me resultaban fotográficamente muy estimulantes. Comencé a utilizar la cámara con ganas (y con frío).
6 JULIO 2009

© 2009 pepe fuentes