Me cansé de hacer el «indio» y de guerrear fantasmalmente; hice una última fotografía en plan artístico, naturalmente (a veces, no lo puedo evitar). Recogí el equipo y me dispuse a volver a mi casa, ya estaba bien por hoy, no sin antes constatar que el ser defensor de ese búnker, quizá, no habría sido lo peor que me podría haber pasado en caso de ser soldado en aquella maldita guerra; no había un solo impacto en toda la construcción. No acabo de entender el sentido de esos enclaves, porque si eras el enemigo y te los encontrabas en el camino, nada más fácil que dar un pequeño rodeo, evitarlos y dejarlos atrás, condenados al ostracismo y el olvido. Pero claro, yo no soy estratega militar.
17 JULIO 2009
© 2009 pepe fuentes