15 AGOSTO 2009

© 2009 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2009
Localizacion
Esculturas Juan Muñoz. Museo Reina Sofia. Madrid
Copiado máximo en soporte baritado
3
Fecha de diario
2009-08-15
Referencia
3613

…Me interesaba mucho fotografiar las esculturas de Juan Muñoz. Al fin y al cabo yo suelo fotografiar lo que observo y me resuena en el ánimo y en mi manera de entender el mundo y la vida (siempre que no me lo impidan). Quizá sea la estrategia más propia del hacer fotográfico. Muñoz Molina, tituló un artículo sobre su experiencia en la exposición: -Paseo por la desolada quimera- que me parece plenamente afortunado. Las obras de Juan Muñoz me emocionan y sobrecogen: puedo quedarme mucho tiempo frente a ellas hipnotizado por su misterio. Pero no era sólo eso; sino también la escenografía, el sentido del espacio y la íntima relación temática y dramática  entre marco y obra. La ubicación de las herméticas e inquietantes figuras en los espacios blancos, altos, sobrios, misteriosos, fríos, de una belleza espectral que me anonadaba. Entraba y salía de las salas con avidez y asombro, y volvía a entrar y a salir. Si había alguien que me estorbara, esperaba o me iba a otra sala para volver al rato y poder estar solo abandonándome a la contemplación. Rodeaba las esculturas, escrutaba sus caras para intentar arrancar su secreto y deseaba fervientemente fotografiar; pero no podía hacerlo. Si paseo por una desolada quimera (como dice Muñoz Molina), necesito fotografiar, no porque pueda conseguir fotografías de interés, eso es lo de menos, sino porque todo mi cuerpo y mi ánimo me lo piden imperiosamente: es mi manera de responder al fuerte estímulo que a veces me provoca lo que veo. Pero no, no era posible: siempre tenía sobre mis pasos a algún vigilante que me seguía con la mirada todo el tiempo. Era como si dijeran: -llevas una cámara demasiado grande, eres sospechoso, así que no te quitaré la vista de encima- Por si fuera poco, había muchos, por todas partes. Estaban los  estáticos: sentados y aburridos en las salas y que se animaban cuando yo entraba (les debía entretener vigilarme, por lo de la cámara, supongo) y dinámicos: que podían aparecer cuando menos te lo esperabas y que caminaban deprisa, como si les estuvieran esperando en alguna parte…

 

Pepe Fuentes ·