Uno de los protagonistas de Kafka en la Orilla (qué bello y sugestivo título) dice: «Puedo descubrir que cierto tipo de perfección sólo puede conseguirse a través de una imperfección sin límites». La mayoría de mis fotografías son desoladoramente defectuosas. No persigo la perfección y oh, asombrosamente, consigo eludirla sin apenas esfuerzo. Mi vida está indefectiblemente unida a la medianía voluntariosa. Estoy constituido así y no debo lamentarlo; a fin de cuentas, ese hecho no es sustancial, sólo accesorio. Es infinitamente más importante la consciencia y el deseo. Cuando fotografío me desborda una cierta ansiedad agónica, y esa es una actitud sumamente imperfecta que acusan mis fotografías. Ni siquiera la fría e infalible ingeniería fotográfica consigue neutralizar mis temblores. Fotografío como si fuera el último y definitivo acto de mi vida y así no hay manera de acceder a la pulcritud. Me da igual (o no tanto), porque creo que sólo aspiro a que ellas palpiten como un último aliento. «Y es que hay obras que poseen cierto tipo de imperfección que cautiva el corazón de las personas justamente por eso, por ser imperfectas…» Haruki Murakami
22 SEPTIEMBRE 2009
© 2009 pepe fuentes