Ayer, Lucía Mae, hoy, Gabriel, su padre. Ambos en torno a los dos años de edad. La risa y el gesto de confiada alegría son idénticos. Me intriga mucho ese asombroso parecido, además de no encontrar explicación más allá de la obvia: se trata de padre e hija. Sí, pero luego, me pregunto, cómo y en qué aspectos se producirá la inevitable bifurcación. Procuraré ir enterándome.
24 OCTUBRE 2009
© 1977 pepe fuentes