27 OCTUBRE 2009

© 1977 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
1977
Localizacion
pepe fuentes (Toledo (España)
Soporte de imagen
-35 MM- TRI X 250
Fecha de diario
2009-10-27
Referencia
3935

Pensando en parecidos de línea paterna, se me ocurre preguntarme: ¿en qué me parezco yo a mi padre? En el aspecto físico creo que prácticamente en nada: él medía un metro ochenta y cinco, yo diez centímetros menos. Tampoco en otros rasgos, como los ojos, la tonalidad de la piel, el color del pelo… En cuanto al carácter, en algunas cosas sí y en otras no. Como todos. A ambos nos aniquiló la emotividad, que se impuso en nosotros hasta la anulación de cualquier otro rasgo de orden mental e inteligencia pragmática. Mi padre y yo, en relación al conveniente equilibrio de ese valor llamado –inteligencia emocional– ofreceríamos un monstruoso desajuste: emoción, demasiada, inteligencia, escasa. Me hubiera gustado que fuera justamente al revés; pero no. Quizá yo he sabido administrar un poco mejor las carencias (eran otros tiempos y he tenido algo más de suerte). Sin embargo, él tenía mejor aspecto físico, era más sociable e intuitivo que yo. También más valiente. Compartíamos una cierta tendencia a la cólera súbita que no nos ha beneficiado a ninguno de los dos; también a una generosidad blanda y acobardada. Hay un aspecto que nos diferencia radicalmente: mi padre no fue un gran trabajador, sólo hizo lo justo, es decir, poco. Sin embargo, yo, en un rasgo claramente heredado de mi madre, soy una especie de hormiguita infatigable y obstinada. Nunca guardó nada: de él sólo conservo unos cuchillos oxidados y una insignificante bocina abollada. Por el contrario, yo lo guardo todo, como mi madre. Tampoco nos parecemos en nuestra relación con la cultura: él no leyó un libro en su vida, ni digirió nunca su mirada a nada que tuviera que ver con la creación artística. A mi, es casi lo único que me interesa. En cualquier caso, hacer unas cosas u otras es secundario; la esencia está en otra parte, y en esa creo que sí, que me parezco demasiado a mi padre. Menos mal que mi madre también se hizo presente aportando sensatez y equilibrio. Probablemente, su herencia es la que aún me mantenga vivo.         

Pepe Fuentes ·