…Luego, seguí caminando azarosamente: subí, bajé; volví a subir y bajar; a girar a la izquierda y luego a la derecha; y a la inversa. Muchas veces. No veía nada. Aunque sabía que algo había. Me dije: será cuestión de subir y bajar; otra vez. De torcer a la izquierda y luego a la derecha y desde ahí a la izquierda varias veces más; hasta que comprenda algo de lo que aparentemente no sucede. También de mirar hacia el fondo, pero ligeramente hacia arriba. Entonces vi una ventana al cielo en una calle sin nombre…
2 DICIEMBRE 2009
© 2009 pepe fuentes