…Las calles seguían deshabitadas. Sin embargo, a Robert Doisneau, en su ciudad, París, le sucedían muchas cosas: «Pero sólo es necesario esperar. Cuando estoy en un mismo sitio durante tres horas, me suceden montones de cosas. Un hombre que se queda quieto en una ciudad donde todo lo demás se mueve, termina por ser una atracción al cabo de un tiempo. La gente se me acerca y me pregunta las cosas más desconcertantes…Me toman por un espía. Así es. La persona que se está quieta no es un contemporáneo». A mí, en la mía, apenas si me ocurre algo; bien es cierto que todavía no he aguantado tres horas seguidas parado. En esta calle, estuve media hora, con la cámara montada en el trípode, sin moverme, quieto como una momia toledana, esperando con inquietud a que pasara algo o alguien. Nada. Para calmar mi impaciencia, fotografié y me desplacé unos metros…
3 DICIEMBRE 2009
© 2009 pepe fuentes