…Volví a colocar mi vieja cámara grande sobre el trípode y a encuadrar. Me situé de pie a su lado, como el artillero al lado del cañón en tiempos de paz. Seguí esperando como una momia contrariada (también toledana). Entonces vi que una persona iniciaba la subida de la calle; avanzó hacía donde me encontraba, pasó por mi lado, no nos miramos siquiera, continuó hacia arriba. Excitado por la sorpresa, esperé a que llegará al punto donde debía situarse en la fotografía; era su única función en esta historia, aunque no lo supiera. Pulsé el disparador. Aparentemente, todo había salido bien, aunque aún no podía estar seguro del todo. Luego comprobé que al «extra» le quedó muy bien su actuación. A mí también. No pudimos felicitarnos mutuamente porque en ese momento ninguno de los dos lo sabíamos a ciencia cierta (además él se había ido). Fin de la historia del transeúnte largamente esperado…
4 DICIEMBRE 2009
© 2009 pepe fuentes