…Volví sobre mis pasos. Llevaba mucho tiempo en aquella desierta y anónima calle, sin conseguir salir de ella. La recorría arriba y abajo, de un lado a otro, fascinado por su pesadumbre y su misterio. La austeridad severa y áspera de sus altos muros me paralizaba. Tenía la sensación de que su único sentido era delimitar la nada del vacío; o tal vez la soledad de la ausencia; o la tristeza del desconsuelo. Lo de fuera y lo de dentro era lo mismo: la calle vacía y extraña; mi cámara atrapada en el trípode quieto; y yo por mi mismo. Todos los intervinientes de la representación, en ese momento, éramos lo mismo. Estábamos solos. Los espectadores o transeúntes decidieron no venir. Tenía que alejarme o esa calle terminaría lastimándome. Hice esta última fotografía sin saber si habríamos conseguido, mi cámara y yo, llevarnos algo de lo que allí había sucedido y no sucedido al mismo tiempo.
5 DICIEMBRE 2009
© 2009 pepe fuentes