6 ENERO 2010

… Cuando terminé, decidí atravesar la ciudad de este a oeste, siempre buscando breves retazos de sol. Desde el Miradero, continué por la calle Recoletos, luego la plaza San Agustín, calle Sillería, Alfileritos, Plaza San Vicente. En ninguna de las estrechas calles había conseguido entrar el sol y tampoco las fotografías se habían colocado en su sitio. En el Palacio Cardenal Lorenzana, sede universitaria (o algo así), comprobé que las verjas de hierro situadas en las escaleras de acceso, estaban abiertas. Se trata de un edificio neoclásico con un hermoso patio central flanqueado por fuertes columnas. El sol penetraba impetuoso en el patio, creando misteriosos claroscuros. El patio estaba vacío. Me pareció bien. De vez en cuando se oían ruidos amplificados por su eco. Di una vuelta alrededor, entre las columnas. Evalué qué fotografías podría hacer; sabía que allí había alguna esperándome, probablemente varias, pero tenía que percibirlas: «sin percepción no hay composición»  (ya lo dijo Winn Bullock, y yo creo lo mismo)…