…En esto llegó un gato, pasó sigilosamente por mi lado y siguió calle abajo. No reparó ni en mí, ni en mi espera. Él no sabía que no lo esperaba. No sé; el caso es que cuando, después de mucho tiempo, llegó no se me ocurrió decirle nada. Caminaba lentamente, sin asustarse ni impacientarse por nada. Debía ser un gato maduro y tranquilo. Displicente y arrogante. Quizá tenía una buena vida en alguna casa del barrio. Me quedé paralizado un momento, sin saber si fotografiarle o no. Finalmente decidí que sí. Era lo único que se movía en esa calle desde hacía bastante tiempo (yo estaba parado), y además en ese momento no estaba interesado en fotografiarme, como suelo hacer a veces…
10 ENERO 2010
© 2009 pepe fuentes