Siete y media de la mañana. La duda me mantenía inmóvil. Tenía dos opciones: bajar al laboratorio a positivar, ó ir a la ciudad a fotografiar. A las nueve y media aún no me había decidido y seguía paralizado. Para el laboratorio se había hecho tarde, así que sólo podía desentumecerme, coger el equipo, e irme a la calle. Ya eran las diez y casi no quedaba tiempo para nada. En los últimos días urdí un plan: recorrer un kilómetro, o algo más, a lo largo de la orilla del río, por el lado este y sureste de la ciudad, y fotografiar en esa corta distancia. Tenía una curiosidad: cuántas fotografías habría para mí, por la mañana (por la tarde o por la noche, serían otras), en poco más de un kilómetro. Veríamos…
24 FEBRERO 2010
© 2010 pepe fuentes