…Se nota mucho su rigor conceptual, que hace que su trabajo sea compacto e intachable. A fin de cuentas, su mano. En los míos, sin embargo, lo que se nota y mucho, es la de los retratados. Cuando hago un retrato, lo que tiene que ver con esa persona es nuevo para mí, porque la persona es diferente a las demás y actuará ateniéndose a su forma de ser y estar. No debo cambiar eso. –La habitación– y –la cámara grande– siguen siendo las mismas, pero yo no, porque estoy en función de esa persona; estoy retratando a una persona única y diferente a todas las demás, luego algo en mí cambia por ese incontrovertible hecho. Así pasa, que no me sale ninguno igual. Ni siquiera parecidos. Los elegantes retratos de Huynh tampoco son iguales, pero se parecen mucho, demasiado tal vez. Quizá, detrás de todo este planteamiento se deduzca que él es sumamente inteligente, o dicho de otra forma, un cínico que piensa que a fin de cuentas los demás sólo son los demás; y yo, por el contrario, sea un tonto que piense que los demás son los que importan (cuando en realidad no es eso lo que pienso)… (esta es otra posibilidad no elegida)
19 JUNIO 2010
© 2010 pepe fuentes